
Muchas personas creen que para cambiar el mundo, para entender o volverse relevante en una industria, hay que descubrir un problema complejo; pensar en algo que a nadie se le haya ocurrido; investigar cientos de horas hasta encontrar un ángulo único para atacar la problemática. Hoy vengo a contarte cómo es de sencillo enamorarse de un problema y volverse muy bueno resolviéndolo.
Vamos a hacer un ejercicio muy rápido: ve y coge tu billetera. Ahora que la tienes quiero que la observes como si fuera el amor de tu vida y piensa: “yo le mejoraría esto, esto no me gusta, esto está muy grande, me gustaría que volteara de esta manera”. Ya descubriste qué te gusta y qué no te gusta de esa billetera. Así de sencilla es la manera cómo se puede empezar a observar objetos cotidianos que a uno le gustaría mejorar.
En nuestras casas, en nuestra vida, en el entorno en el que trabajamos, en la ropa que usamos, hay cosas que nos gustaría cambiar y casi nunca las analizamos con esos ojos observadores, esos que nos permiten inspirarnos para encontrar un problema.
Hace unos años, unos jóvenes decidieron observar la billetera de sus tíos y se dieron cuenta que eran gordas, gruesas, engorrosas, tan pesadas que hasta les dañaba la espalda. ¿Qué hicieron? Diseñaron una billetera sencilla y muy básica. Decidieron no pedir plata en un banco: fueron directamente a una plataforma que se llama Kickstarter y le dijeron a la gente: “Si usted está cansado de la billetera, nosotros tenemos una solución básica, delgada, ágil. Invierta en nosotros”.
En menos de cuatro semanas recogieron miles de dólares. ¿Saben por qué? Porque lograron identificar un problema sencillo; lo observaron, se dedicaron a entender muy bien quién tenía ese problema y diseñaron un resultado concreto.
Si ustedes quieren volverse muy buenos en algo, si quieren volverse relevantes en la empresa en la que están, si quieren aportar valor agregado, empiecen por observar los pequeños detalles. Mark Zuckerberg, por ejemplo, se dio cuenta de una cosa tan sencilla como que la gente se quiere conectar con otras personas y decidió crear Facebook; un grupo de emprendedores se dio cuenta que la gente quería un servicio de domicilio que le trajera todo desde hamburguesas hasta dinero en efectivo y crearon Rappi.
Conclusión:
Primero hay que enamorarse de un problema, y la mejor forma de hacerlo es observar el entorno, la billetera, la chaqueta, la manera cómo se viste la mamá, un servicio que te genere frustración: ahí, en esos dolores, está la oportunidad de emprender o de proponer una solución a la compañía en la que trabajas. Te quiero recomendar tres libros que me han parecido importantísimos para enamorarse de un problema: el primero es What I Wish I Knew When I Was 20, en el que Tina Seelig, una profesora de Stanford muestra cómo podemos generar valor cuando arrancamos desde problemas. El segundo libro es El obstáculo es el camino de Ryan Holiday, que nos demuestra como en los obstáculos siempre hay oportunidades, y el tercero, Todos podemos cambiar el mundo, es un libro que escribí que los lleva paso a paso desde cómo enamorarse de un problema y hacer de él un movimiento, un emprendimiento que cambie el mundo.
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