Especial #MujeresLiderando: Ángela Zuluaga

América Latina está llena de mujeres extraordinarias, mujeres que han usado sus talentos para cambiar el mundo, que se dedican día a día a hacer que estemos mejor preparados y preparadas para liderar la Cuarta Revolución Industrial. En este especial vamos a tener cinco mujeres que nos van a contar cómo ellas se han vuelto líderes en América Latina.

Juan David Aristizábal: Liderar equipos de talla mundial, entenderlos, lograr movilizarse en el mundo organizacional implica no solo talento sino también muchísima disciplina. Ángela Zuluaga nos muestra la importancia de la disciplina enfocada al talento, de lograr entender que el mundo organizacional tiene un mundo político y que hay saber moverse en él, y que hay que lograr siempre ser muy consciente de nuestras debilidades para a partir de ellas permitirse la vulnerabilidad y abrir la puerta a la posibilidad de movilizar a otros.

¿Crees que la disciplina es una palabra con la que uno te puede asociar a ti?

Ángela Zuluaga: Totalmente. Yo siempre he creído que uno tiene que ser disciplinado si quiere llegar a donde uno se plantea. Uno de mis mentores decía “si no sabes para dónde vas, ya llegaste”. Eso siempre me generó mucha fuerza interior porque si ni siquiera visualizo a dónde quiero llegar, nunca voy a llegar allá, pero lograrlo requiere disciplina, constancia.  La disciplina no se agota cuando uno falla; disciplina es intentarlo hasta llegar a donde tienes que llegar.

JDA: Si tuvieras que pensar en tres momentos que definen tu vida, ¿Cuáles serían?

AZ: Mira, yo nací en un pueblo muy pequeño. Soy pueblerina orgullosa de Quimbaya, en el Quindío. Cuando yo nací creo que no el pueblo no tenía más de 3.000 o 4.000 habitantes. Cuando cumplí seis años, mi papá es secuestrado, lo que hace que nos vayamos del país. Ese fue el primer momento que marco mi vida, quizás uno de los más definitivos porque en ese instante yo me convertí en la líder de la familia.

Llegamos a Estados Unidos y por ser la más pequeña soy la que primero aprendo inglés.  Me convierto entonces en la que acompaña a mis papas a alquilar la casa, a comprar el carro, abrir la cuenta bancaria, al super mercado. Cuando me dicen que qué historia tan horrible, yo digo: siquiera pasó porque es lo que me define, si eso no hubiera pasado yo sería otra.

El segundo momento de mi vida fue cuando en la compañía Coca-Cola, en la que yo llevaba muy poco tiempo, se abrió una vacante en una de las vicepresidencias. En ese momento pensé: yo quiero ese cargo, cosa que era poco realista pues para llegar allá por lo general se necesitaba una experiencia de quince o veinte años en la organización. Hice caso omiso y levanté la mano y dije “yo quiero”.  Mi jefe se voltea y me dice: “llevas dos años y medio en la compañía” y le dije “sí, pero llevo diecisiete años trabajando, no es como que mi hoja de vida haya arrancado ayer. Además yo quiero, y soy consciente de las cosas que manejo y también de las que me hacen falta y estoy lista para trabajar en ellas”.

Me dieron el puesto y llegué a ser la vicepresidente financiera más joven en la historia de Coca-Cola. Con eso rompí varios paradigmas relativos a la juventud, los ascensos, y sobre crecer en el mundo profesional.

El tercer momento fue la muerte de mi hermano, a los 46 años, a raíz de un infarto fulminante. A pesar de lo joven, fue un hombre que me enseñó que en la vida uno tiene que buscar ser feliz. Me decía, “realmente no importa lo que la gente piense, si tú eres feliz el resto no vale; tú busca tu felicidad porque si la encuentras vas a hacer feliz a los demás”. Entonces su muerte también transformó mi pensamiento, decidí vivir el día a día, y asegurarme, ante todo, de ser feliz.

JDA: mucha gente joven quiere trabajar en la empresa de ustedes, ¿qué crees que hace la diferencia entre los candidatos que aceptan y los que rechazan?

AZ: yo creo que la diferencia está justo en lo que hemos hablado: un candidato ganador es aquel que sabe reconocer sus fortalezas y sus debilidades, pero que está dispuesto a arriesgarse. La gente no se arriesga, no pide lo que quiere. Entonces la gente va pidiendo un trabajo como si fuera un favor, en vez de sentir que está ofreciéndole valor agregado en una organización. Cuando uno ve esa mentalidad ganadora en un candidato, que sabe lo que tiene para aportar, pues te vas con ese candidato.

JDA: La historia de Ángela es una muestra de paciencia, de disciplina, de la importancia de oírse a uno mismo para poder ser una mejor líder.

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